SOLO EN LA OSCURIDAD (Hoy dejamos volar la imaginación)

SOLO EN LA OSCURIDAD (Hoy dejamos volar la imaginación)

Es curioso como el paso de los años ha logrado hacer mella de una manera tan devastadora en mí.

Ya ni siquiera recuerdo mi nombre ni el motivo por el cual acabé en este lugar, anclado a esta pared y rodeado de tanta mugre.

Hace poco volví a recobrar la conciencia ¿Cuánto debió ser esta vez? ¿Cuánto tiempo? Seguramente años desde la última vez que contemplé aquella pila de huesos perforados que me observan ahora con sarna.

Ya no oigo latir mi corazón, ni tan siquiera mis dedos son capaces de articular movimiento alguno.

Cada vez que lo intento un pedazo de mí se desprende y cae rodando al suelo, nunca jamás lo volveré a intentar.

Ayer se oyeron unos golpes sordos contra el otro lado de la pared.

Unos golpes que hicieron pedazos parte de las piedras que separaban la noche absoluta de la claridad del día, todavía me estremece recordar aquella bocanada de aire fresco que inundó cada rincón apolillado y polvoriento de este lugar.

Solo era una chica, sus ropas y utensilios técnicos me hicieron dar cuenta de que llevo más tiempo del que me creía atrapado en este deprimente lugar, la mayoría ni los reconocí…

Estuvo observando los huesos con atención, sacó un aparato raro de su bolsillo y marcó unos números. Escuché atento sin osar moverme.

-Creo que tengo algo – silencio

-Si, necesitaré un par de días más, podrían ser ellos, todavía no estoy seguro – silencio

-Está bien, estupendo, en cuanto tenga algo más te llamo. – y colgó con un movimiento seco de muñeca.

Es curioso, no me había percatado del cerco que había puesto alrededor de esos huesos viejos e inservibles…un momento…eso no estaba ahí…otra calavera junto a la que me había estado observando durante todo este tiempo, ahora aparecía a su lado, abrazando sus huesos, envolviéndola con su brazo de marfil uniforme y carcomido. Sentí celos.

Me quedé observando fijamente la escena, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

¿y si…?

Aquella chica con melena larga me recordó una cara del ayer, estaba a escasos metros de mí ahora, guardando sus cosas en la mochila vieja.

Supongo que había vuelto a perder la conciencia y no la escuché llegar.

Otra vez me había perdido algo importante.

Dispuesta a partir de nuevo, recorrió los pocos metros que la separaban de la salida mientras acariciaba la pared intentando averiguar la historia que guardaban en su interior, el secreto que había estado custodiado durante tanto tiempo.

Y la sentí.

Sentí su caricia y algo en mi interior se estremeció, un sonido sordo que retumbó en el interior de la cueva con un zumbido atronador.

Como dos rocas colosales colisionando la una con la otra. Otra caricia, otro latido de mi corazón.

Extasiado observé como aquella chica se quedaba quieta ante mi ¿Qué estaría viendo? Otro latido de mi corazón hizo que mis pulmones se pudieran llenar de aire, pudiendo inspirar como si me fuera la vida en ello. El pelo moreno de mi observadora le caía por la cara, impidiéndome ver sus ojos.

-Mírame – un susurro salió del interior de mi garganta y todo mi cuerpo tomó conciencia de su alrededor, el horror se apoderó de mí al saber, al recordar que hacía en aquella cueva.

Pero ya era demasiado tarde para pensar en las consecuencias. Yo era la cueva y la chica mi alimento.

Esto iba a ser doloroso para ambos. Lo noté...ya venía. El sol se apagó de golpe y la cueva quedó sellada como una flor que expone sus maravillosos pétalos para atraer a los insectos y dejarlos atrapados en su interior.

La chica no se iba a dar cuenta de nada, no iba a sentir nada, tan solo el mayor de los placeres jamás experimentado...hasta que acabe entregándome su vida.

Mi cuerpo se desprendió desnudo de la pared y como una serpiente hipnotiza a su presa me balancee a su alrededor hasta tener su atención.

Un baile de caricias y seducción que iba a culminar con la esencia de su alma.

Aleteo.

Exhalé una última vez, repleto de energía y extasiado por algo… ¿Qué había sucedido?

Estaba convencido que esta vez si hacía un esfuerzo, lograría recordar que es lo que hacía en esa pared.

Observé una vez más la calavera, aquellas mariposas que revoloteaban en la oscuridad mientras salían del interior de su cavidad eran asombrosamente brillantes, miles de partículas revoloteaban a su alrededor y se posaban en mi regazo con suavidad, como una sutil caricia que me llenaba de energía y felicidad.

Esta vez iba a dormir durante mucho tiempo.

Continuara…….